La belleza…

es algo tan relativo, ciertamente como dicen «está en los ojos de quien mira».  La belleza se constituye cuando se ve en cuanto al aspecto físico, en una exigencia social y mediática.  Vamos por la vida viendo estándares que nos dicen lo que es bello, aunque no lo sea para el colectivo, se da por sentado que la gente de acuerdo a esos estándares es la bella, los demás son solo grises humanos. 

Triste pero real, pero aún así, asistimos cada día al conocimiento de que fuera de la belleza física que nadie quita es agradable para quien la posee y para quien la ve. Siempre es más valedera, aunque les suene a cliché, la belleza interior de cada quien, por cuanto algunos tienen  tantas virtudes que son tremendamente bellos y otros vamos! son tan carentes de algun grado de sensibilidad y virtud que toda la belleza terrenal no sirve en ellos para nada y aún asi todos tienen algo interior que los hace diferentes y bellos.

Más allá de todo ésto, está el hecho de que por cumplir con esos estándares vanos de la belleza física la gente, especialmente ellas, dejan de cultivar aspectos más importantes y valiosos, como su inteligencia y su sensibilidad. Con éso no quiero decir que se tornen descuidadas en cuanto a su físico, digo que adornen y engrandezcan sus virtudes internas al igual que se ocupan de sus atributos físicos.  Porque aunque suene redundante la belleza interior es la más importante, lo dijo ya algún filósofo en el pasado…

La belleza es el primer regalo que la naturaleza ofrece a la mujer, y también el primero que les quita! vamos! que no veo que a nadie le pueda arrebatar ni el tiempo ni la naturaleza, cualidades de bondad, inteligencia y virtud! así que a cultivarlas! porque en ellas está la verdadera belleza!

La imágen es el cuadro «Aline» del impresionista francés Pierre Auguste Renoir 1841-1919

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