Las amarguras no son amargas, cuando las canta Chavela Vargas

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Palabras hermosas de un grande como Joaquín Sabina a una mujer que además de gran estrella de la música, se convirtió desde mucho tiempo atrás en un emblema de la rebeldía, del homosexualismo militante y del inconformismo femenino ante las convenciones sociales.  Pero más allá de eso, en una mujer que supo elevarse de su propio destino para convertirse ya les digo, en un referente sin igual en el mundo con su particular estilo y su voz arrebatadora, Chavela Vargas es una mujer que tiene una vida que le costó trazar línea tras línea.

Ya ahora por acercarse a los 100 años, Doña ChavelaMaría Cortina con el apoyo de Océano ha reunido lo que bien acertado ha titulado «Las verdades de Chavela», que nos lleva al nacimiento y los primeros años en el campo costarricense donde nació en principios del siglo pasado, la chica voluntariosa desde pequeña que no cumplió con juegos infantiles de «niña» y que casi pierde la vista antes de ser curada por los indigenas, que también sufrió poliomelitis. Que un día le nació el ansia de cantar y se entregó a ello con pasión.  

El libro recorre la vida de la chica que llegada a México para probar suerte, se emplea como criada,  ya vendedora ambulante que cantante en las calles.  Pronto llegarían los años de llenar salones como el célebre Blanquita donde la gente más encumbrada acudía  a escuchar esa voz rebelde, esa voz diferente que transmitía dolor y frustraciones.

No era una voz que sonara calmamente femenina, la voz de Chavela Vargas es áspera por momentos, recia, una voz de ella y de nadie más.  Esa misma voz la llevó a Europa donde triunfó arrolladoramente, convirtiéndose en el símbolo de la mujer que lejos de esperar que el destino vaya por ella, se traza su propio destino. Sincera a morir, no se ha callado nunca nada durante su vida y no iba a empezar con su biografía, que si  no era querida como esperaba por sus padres, que si el divorcio la envió lejos con parientes que poco o nada le quisieron y de los que no quiere recordarse. Que homosexual se ligó a muchas famosas como Kahlo, todo ello puede sorprender a algunos. No sorprende a los que durante décadas siguieron aquella carrera que partió al éxito en los 60, cuando un compositor, José Alfredo Jiménez, vio en esa voz la que llevaría sus canciones por lugares lejanos.

Que Almódovar la adora, que Sabina la elogia, que muchos aplauden y otros tanto se lloran sentimientos al sonido de su voz, la vida de Doña Chavela Vargas tiene mucho para atraernos, pero más allá de las luces de neón y su trayectoria artística, me ha encantado siempre su imágen de mujer entera, valiente, sin preámbulos cuando quiere decir las cosas de frente. No la atormentaron y tampoco lo hacen ahora, las censuras públicas y se muestra satisfecha de sus logros, de su nombre del que siempre dice no fue que se lo regalara nadie, ella se hizo el nombre, la vida, su carrera, bien por ella.

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