El 15 de mayo de 1886, falleció una de las mejores creadoras de la poesía universal, Emily Dickinson. Nacida hija de un prominente juez, recibió la educación que correspondía a su clase. Empezo a temprana edad a producir sus poemas de los cuales 3 se publicaron cuando aún vivía. Luego de algunos años, y siendo aún joven se recluyó en la casa de sus padres, de donde ya nunca tuvo contacto con nadie más, excepto su cuñada y hermana. A su muerte había escrito 800 poemas inéditos.
Dickinson escribía con pasión sobre el amor, pese a que existen rumores sobre amores desafortunados, nunca se casó ni se le conoció pareja alguna. Debido a su retiro voluntario, su obra no sufrió gran influencia de otros autores, excepto Ralph Waldo Emerson y siendo hija de la generación previa a la guerra de Secesión norteamericana, era puritana y la biblia su infuencia.
Hoy por hoy la poesia de Dickinson sigue conmoviendo al público, por ser una poesía llena de frescura de una mujer que se mostró por momentos rebelde, apasionada, valores éstos valederos para toda época.
«…el corazón pide placer primero, después ser excusado del dolor y luego esos pequeños anodinos que ahogan el sufrimiento. Y luego ir a dormir, y más tarde, si esa fuera la voluntad de su inquisidor el privilegio de morir.» (1862)