Quién no ha oido del mito de las Amazonas, mujeres que vivian en el área de Asia Menor y el Caucáso, dedicadas a la caza y alejadas de los hombres a los que frecuentaban raramente. Según el mito, sacrificaban a sus hijos varones y vivian en una sociedad cerrada de sólo mujeres. La cultura helénica les consideraba bárbaras y salvajes, nada que ver con los griegos tan progresistas. De esos tiempos, nos han legado la escultura de Policleto que representa a una amazona como la percibían en la antiguedad. De esta escultura hay copias en las ciudades de Copenhague, Berlin y Nueva York. La leyenda cuenta que el legendario rey de Atenas, Teseo marchando un dia por el campo vio y se enamoró de Antíope la reina de las Amazonas, por lo que la raptó y tuvo un hijo con ella, Hipólito. Las amazonas fueron tras él por la venganza y sitiaron la ciudad de Itaca. Fueron duramente derrotadas y exterminadas. Las Amazonas tenían en gran estima a la diosa Artemisa por ser aquella deidad una cazadora y poco afecta a los hombres. La imágen, es el cuadro «mujeres peinando su cabello» del impresionista francés Edgar Degas.