Drew Barrymore ha crecido frente a los ojos maravillados, de todo el mundo. Era una niña cuando la chica del apellido leyenda de Hollywood debutó en el cine. Ella la nena rubia, regordeta y talentosa, la nieta nada menos de la llamada «Familia Real de Hollywood» nació en 1975 y de pocos meses estaba ya en los platós, por su madre que desde entonces buscó la carrera de estrella para su pequeña hija. Cuando actuó en el inolvidable filme «Poltergeist» ya era una pequeña veterana de publicitarios y había actuado junto a William Hurt.
La fama no le dió solo dinero y buena vida, también la llevó por el triste camino de las drogas y el alcohol. Y una niña de 9 años ya fumaba y bebía descontroladamente, con ella su carrera se vino a pique. Internada en un programa de desintoxicación luchó mucho por superar la adicción y lo logró. Drew es un testimonio que la fuerza de voluntad puede superar grandes problemas. Se dedicó en los 80 a recuperar su carrera, su vida y aún tomó decisiones erradas, casarse y divorciarse, y posar desnuda para los tabloides.
Hoy Drew ya es una mujer poderosa de Hollywood, la estrella hermosa admirada por todos y la rubia sensual de las páginas de Playboy, pero también es una actriz talentosa, una chica simpática y una estrella apreciada. Ha sabido dar paso de la chica desaliñada que era de adolescente a una adulta que hoy por hoy, viste con gran clase, se comporta sensatamente y actúa maravillosamente.
