Dicen que solo aquel que ha vivido el amargo sabor del dolor, sabe lo que es saborear la felicidad. Debe ser cierto o no? por cuanto , cómo podríamos medir nuestros dias felices sino hemos tenido muchos días desdichados.
Nadie quiere sufrir acaso la vida es para sufrir? pero igual nadie puede evitarlo, no podemos controlarlo, nos llegan sufrimientos, pérdidas, ausencias, desengaños, fracasos y a sufrir, con debilidad o con entereza, porque escaparse de ellos como que no va siendo posible.
Para mí el dolor supone oportunidad de comprobar nuestra fortaleza, porque el sufrimiento nos hace fuertes, los desengaños ayudan a ser menos ingenuos, aprendemos de todo, pero del dolor por lógica tambien, salimos de él fortalecidos.
No queda más que afrontar el dolor, y hacerlo con sabiduria porque sino estaremos mal, tomarlo en su real perspectiva de que si sufrimos lo haremos con valentia, y bueno cierto que igual «nunca nos prometieron un jardin de rosas» así que como modernos patriarcas biblícos como Job, no nos lamentemos sino asumamos las cosas con valentia y serenidad. Porque solo por los tortuosos caminos del dolor se llega a la felicidad.
La imágen es un melancólico paisaje pintado por artista Vincet Van Gogh.
