Dar más que recibir, el verdadero amor…

Así lo expresó en una entrevista a los medios, en los años 70, la desaparecida actriz de cine Katharine Hepburn.  Ciertas palabras de una mujer que dio mucho en vida en nombre del amor.  Katharine una hija de familia acomodada de Connecticut, Estados Unidos, triunfó en el teatro y el cine, y supo mantenerse hasta su muerte en 2003, pese a su avanzada edad activa en su trabajo.  Katharine conoció siendo joven al gran actor Spencer Tracy con el que se ligó sentimentalmente hasta la muerte de él.  Tenía mucho de dar ese amor, Tracy era casado y aunque vivía con ella, se negó a casarse para no incumplir, según decía, sus deberes de católico.  Y aún así ella lo amó y aceptó la situación.

El amor es un sentimiento complicado, el que ama, igual puede ser un desprendido y generoso personaje que alguien que no porque de pronto se torne celoso o egoista, ame menos.  El amor tiene mucho de entrega y de sacrificio, estamos hablando de verdadero amor, no de ilusión ni de pasión, sentimientos estos últimos que al final van acabando por no llenar totalmente a ninguno de los involucrados.

Pero bien, el amor sincero y comprometido no busca, y aunque en esto les suene cursi o anticuada, que le compensen por amar, no espera que le amen apasionadamente, se conforma y se siente satisfecho por el solo hecho de amar, por la felicidad que puede dar al ser amado y porque al final, y de ello tenemos probados ejemplos en todo lugar, algunos aman sin ni siquiera recibir amor.

Funciona así, lo han dicho los grandes médicos y los filósofos, uno ama y el otro se deja amar.  Suerte para el que se deja amar, si encuentra alguien que le ame tanto como para conformarse con poco o mucho, o casi nada de amor.  Pero al final y como dice un famoso tema de Julio Iglesias, siempre será más felíz el que más amó, porque en el sentimiento mismo ha encontrado su propia felicidad.

MUJER

Anda libre en el surco, bate el ala en el viento,

late vivo en el sol, y se prende al pinar

no te vale olvidarlo como al mal pensamiento,

lo tendrás que escuchar,

habla lengua de bronce y habla lengua de ave,

ruegos timidos, imperativos de amar,

no te vale ponerle gesto audaz, ceño grave;

lo tendrás que hospedar!

gasta trazas de dueño, no le ablandan las excusas,

rasga vasos de flor, hiende el hondo glaciar.

No te val decirle que albergarlo rehusas…

Lo tendrás que hospedar!

Te echa vendas de lino y tu las vendas toleras,

te ofrece el brazo cálido, no le sabes huir.

Echa a andar tu le sigues hechizada, aunque vieras

que eso parará en morir….

(Fragmento de «Amor, Amor» de la poetisa chilena Gabriela Mistral, Premio Nóbel de Literatura)

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